14. Una
anciana dama
En mi vida diaria, acostumbro interactuar con muchas personas, entre ellos a una señora, contemporánea, que reside por la zona de Santa Cruz, a quien nombraré Carmen.
Ella
acostumbraba pasear por los malecones al amanecer y al atardecer, con un
hermoso perro de color negro, bautizado Black.
Al
llegar a la casa de la anciana, a quien nombraré Ana, ubicada a la espalda del
malecón miraflorino, ésta nos recibió con una actitud muy amable.
Apenas
ingresamos a la sala, solicitó a su empleada, con mucho respeto, que nos sirva
una taza de té y algunas galletas, y sin más preámbulo ni presentación, empezó
a hablar.
Empezó
su relato, comentando que siempre había vivido en Miraflores, que durante el
tiempo del colegio, se hizo muy amiga de una adolescente que residía en el
distrito de San Isidro, era prácticamente la más bajita del salón, pero muy
agradable; la casualidad fue mayor, cuando casi por la misma fecha, ambas
decidieron casarse, con militares de distintas escuelas, resolviendo hacerlo en
la misma iglesia.
También
compartieron la misma modista que les confeccionó el vestido, e inclusive en
algunas oportunidades repartieron juntas sus invitaciones, lo cual fortaleció
su amistad, pero que lamentablemente ella se casó unos días antes que su amiga,
y que le fue imposible asistir al matrimonio.
Mientras bebíamos el té, Ana continuó hablando sobre su vida, sobre todo por las coincidencias. Relató que ambas tuvieron cuatro hijos, dos varones y dos damas, pero no en el mismo orden, las casualidades siguieron cuando a sus esposos los destacaron a la misma ciudad, pero por razones de salud de uno de sus hijos, ella debió regresar a Miraflores. Algunos años después, el esposo de la anciana Ana dejó las fuerzas armadas y se estableció de manera permanente en la casa paterna de ella, en la cual reside hasta hoy.
Mientras bebíamos el té, Ana continuó hablando sobre su vida, sobre todo por las coincidencias. Relató que ambas tuvieron cuatro hijos, dos varones y dos damas, pero no en el mismo orden, las casualidades siguieron cuando a sus esposos los destacaron a la misma ciudad, pero por razones de salud de uno de sus hijos, ella debió regresar a Miraflores. Algunos años después, el esposo de la anciana Ana dejó las fuerzas armadas y se estableció de manera permanente en la casa paterna de ella, en la cual reside hasta hoy.
Mientras
el marido de su amiga continuaba en su carrera en las fuerzas armadas, la
esposa decidió que los niños no deberían continuar viajando por toda la patria,
y decidió establecerse en una zona segura, también optó por regresar a su casa
paterna, en San Isidro, mientras que el esposo estaba destacado en
provincias.
Ello
motivó que ambas familias se re encuentren más a menudo, inclusive pasaban unos
días en la casa de la playa de los padres de Ana, en un balneario de las playas
del sur, lo cual originó que los niños se traten como familia, algo así como
primos y ellas eran las tías.
15. El ciclista
Al
culminar mi taza de té, yo ya pensaba despedirme, pero la anciana Ana, realizó
el siguiente comentario: uno de sus sobrinos putativos, acostumbra pasear en
bicicleta muy temprano por las mañanas por el malecón miraflorino, y a veces
viene a visitarme, para salir juntos a caminar y conversar, al nombrar al
ciclista, decidí mantenerme sentada.
Comentó
que siempre supo que su amiga del colegio tenía sólo 4 hijos, cuando de pronto,
apareció un quinto hermano, el cual se vio envuelto en algunos problemas
judiciales, posiblemente era uno de los hermanos por parte de padre, ella
(Ana), conocía que ya existían dos hijas fuera del matrimonio, nacidas mientras
el marido militar de su amiga, estaba
destacado en una provincia al norte del país, pero nunca había escuchado de un
tercer hermano varón.
Esa
conversación me sorprendió, por ello opté por aceptar otra taza de té, porque
eso no era todo, existía otra historia relacionada con el ciclista.
Ana
recordó que en la época escolar, su amiga había tenido un enamorado español,
quien también residía en el distrito de San Isidro, cuyo padre pertenecía al
cuerpo diplomático, ambos fueron enamorados durante varios años, pero debido a
que el diplomático fue trasladado a otro país, el joven debió dejar el Perú. La
pareja continuó escribiéndose, pero a
los pocos meses se terminó la relación; a la amiga se le empezó a ver con el
militar, con el cual se casó unos años después.
En
el año 1950, cerca de la navidad, la madre del ciclista le comentó a su amiga
(Ana), que había vuelto a encontrarse con su ex enamorado, el español, quien
estaba de vacaciones en Lima. Por ese tiempo, su marido estaba destacado a la
ciudad de Tumbes, regresando a su hogar sólo durante los días festivos. Eran
fuertes los rumores que el cónyuge de su amiga, ya había formado otra familia,
con la cual tenía una hija y la otra dama estaba esperando a la segunda (las
dos hijas que Ana conocía).
Quizá
los hechos comentados por la madre del ciclista a Ana, en especial la infidelidad,
fue un pretexto para otra infidelidad, por lo cual la anciana Ana se sentía
culpable y cómplice, pues ella aceptó quedarse con los tres hijos mayores de su
amiga, mientras ella se veía con el español.
Mi
amiga Carmen, parecía conocer esa historia, pues ni se inmutaba, mientas yo
deseaba continuar escuchándola. Ana relató que a las semanas, la mamá del
ciclista se enteró que estaba embarazada del español, y estaba segura que era
ciclista.
Poema Poesía
16. Un
viaje a España
Mientras
Ana le solicitaba a la empleada que nos sirviera más té, continuó hablando,
diciendo que parecía que el marido de su amiga ignoraba sobre aquella relación,
hasta que el niño cumplió 5 años, momento en que su amiga se lo confesó, de lo
cual parece fue perdonada, pues a esa fecha, ella ya conocía las dos hijas de
su marido fuera del matrimonio, y que era un hecho, que él tenía una vida
paralela con una dama en la ciudad de Tumbes.
En
ese momento de la conversación, mi amiga Carmen tenía que retirarse, era la
hora de la medicina de su esposo, quien estaba recién operado por una grave
enfermedad, pero la anciana Ana, insistía continuar hablando, y simplemente
continúo.
La
mamá del ciclista, convenció de alguna manera a su marido, que ella necesitaba visitar
al ciudadano español, quien residía en la ciudad de Madrid, con la finalidad de
relatarle la verdad.
Ya
en España, la madre del ciclista, descubrió que su ex enamorado se había casado
hacía varios años, por ello, ambos se encontraron en un parque madrileño, donde
el español conoció a su hijo (al ciclista).
En la conversación/discusión, ella se sorprendió escuchar que el español no tenia intensión de decírselo a su compañera, que lo mejor era que cada uno continúe con su vida, y no volverse a ver nunca más, sobre todo porque el niño ya tenía un apellido, y todo debería quedar así.
En la conversación/discusión, ella se sorprendió escuchar que el español no tenia intensión de decírselo a su compañera, que lo mejor era que cada uno continúe con su vida, y no volverse a ver nunca más, sobre todo porque el niño ya tenía un apellido, y todo debería quedar así.
Yo
continuaba escuchando, sin hablar y pensando que por la edad de la anciana, era
posible que inventara parte o toda la historia, pero al pensar sobre la
apariencia física, del ciclista con sus hermanos, era fuerte la posibilidad que
esa historia si fuese verdadera.