Una conexión de amor
17. Con
deseos de divorciarse
Los
días transcurrieron, y llego la semana santa, la mañana del viernes santo, mi
amiga Carmen, residente de la Urb. Santa Cruz, me llamó por teléfono para
decirme que la anciana Ana, nos había invitado a tomar el té a las 5 pm, ante
lo cual decidí aceptar.
Una
vez en la residencia de Ana, y de algunas conversaciones genéricas sobre esa
fecha en el distrito de Miraflores, Ana se colocó en medio de la sala para
agradecer nuestra presencia y solicitar a la empleada, siempre con mucha
educación, se sirva invitarnos una taza de té con algunas galletas.
Esta vez miré que la vajilla de la anciana era muy hermosa, totalmente decorada, al igual que una pequeña mesa tallada, colocada al lado del sillón, detalles que no observé durante mi primera visita.
Esta vez miré que la vajilla de la anciana era muy hermosa, totalmente decorada, al igual que una pequeña mesa tallada, colocada al lado del sillón, detalles que no observé durante mi primera visita.
Mientras
la empleada dejaba los alimentos, la anciana Ana empezó a relatar que la había
visitado el ciclista, y en medio de la conversación le confesó que había
decidido divorciarse, luego de un aparente feliz matrimonio de más de 25 años.
La
decisión de culminar con la relación en buenos términos le rondaba la cabeza
desde hacía meses, pero aparentemente sin pronunciar sobre la verdadera
decisión de esa decisión.
Perecía
que tenia temor de relatarle a su cónyuge la razón, y por eso primero se lo
comentó a la anciana, quien comenzó hablar sobre aquella.
Poema Decide
18. Una dama alocada
Relató
que aquella dama era una mujer divorciada de un primer matrimonio, el cual se
produjo apenas culminó el colegio, a los 17 años, porque supuestamente estaba embarazada
de un primo paterno.
El
esposo de Ana y el padre de la mujer del ciclista, era compañeros de colegio,
ambos miraflorinos, y entre las conversaciones familiares le había confesado
que su hija le daba demasiados dolores de cabeza, por su voluble
comportamiento.
Supuestamente ella nunca estaba tranquila, se le había conocido demasiados romances, la mayoría fugaces con casi todos los vecinos del barrio de la urbanización Aurora en Miraflores, inclusive con uno de los actuales amigos del ciclista.
Supuestamente ella nunca estaba tranquila, se le había conocido demasiados romances, la mayoría fugaces con casi todos los vecinos del barrio de la urbanización Aurora en Miraflores, inclusive con uno de los actuales amigos del ciclista.
El
primer matrimonio de aquella dama fue muy rápido, pero el parecer perdió el bebé,
porque a las pocas semanas de la boda, se iniciaron los trámites para la
anulación, pero no prosperaron y debió divorciarse, aunque parece que nadie
creyó lo del embarazo, parecía que era una apuesta entre sus compañeras del
colegio para asegurar que “sería la primera en casarse”.
Nuevamente
soltera, a los 19 años, insistió que deseaba estudiar psicología en los Estados
Unidos, a pesar que en el colegio nunca había sido una buena alumna, sus
padres aceptaron y la inscribieron en la Universidad.
19. Fue a la universidad a buscar un marido
19. Fue a la universidad a buscar un marido
La
señora viajó a Miami, y a los pocos días, llamó por teléfono a sus padres, para
avisarles que se volvería a casar. Ella ni siquiera había iniciado clases y ya
había convencido a otro hombre para casarse, al ciclista, un sujeto recién
graduado de una Maestría en Artes, totalmente desconocido para ella, y algo
tímido, según palabras del futuro suegro.
El
padre estaba muy preocupado por esa decisión, pues ignoraba todo acerca del novio,
hasta que ambos llegaron a Lima. Al conocerlo, se sintió más tranquilo, por ser
un profesional, unos años mayor que ella, al que esperaba que su hija respete.
Para
Ana, el ciclista se animó a casarse por la acaudalada situación económica del
padre de la novia, dueño de muchos terrenos de cultivo en el distrito de
Miraflores y de algunos que ya pertenecían al distrito de Surquillo (pues
cruzaban la av. Tomas Marsano, que antes pertenecía a Miraflores), así como
algunas empresas en la zona sur de la capital.
La
recién casada insistió, en vivir en su casa paterna, y sobre todo en su misma
habitación, porque estaba embarazada, lo que el ciclista aceptó, pero debido a
sus constantes engreimientos, apenas nació la bebe, el ciclista decidió mudarse
a un departamento ubicado a un par de cuadras, para evitar que continúe siendo caprichosa;
con el deseo de formar un verdadero hogar, sin la presencia de los suegros.
Pero
ello sirvió de poco, con la disculpa de atender a la niña, todos los días ella
se iba al hogar paterno. Cuando el ciclista llegaba de trabajar, el departamento
estaba vacío. A los pocos meses, la cónyuge volvió a salir en embarazada, y
prácticamente se pasó los nueve meses viviendo en la casa paterna, actos que el
ciclista aceptó.
Esos
relatos me hacían formar una idea de quién era el ciclista, cuanto habría de
cierto en la historia, y si era verdad que deseaba divorciarse, cuando se había
casado por dinero.
El
padre de la esposa falleció hace unos años, y parece que ello motivó que el
ciclista se separara de ella, y se mudara a un departamento frente al mar, en
el malecón miraflorino, muy cerca a la casa de la anciana, aunque aquella y sus
hijas solían visitarlo.
Ana también lo visitaba, porque el mismo la había llevado varias veces, o la visitaba para ver juntos el atardecer.
Ana también lo visitaba, porque el mismo la había llevado varias veces, o la visitaba para ver juntos el atardecer.
Yo
cambié el rumbo de la conversación, integrando a mi amiga Carmen, para hablar
sobre el malecón y los atardeceres, hasta lograr despedirme.
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