Productos a la Venta Star Trek : dar click a Spock

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domingo, 16 de octubre de 2016

Decidido a divorciarse


Una conexión de amor

17.   Con deseos de divorciarse

Los días transcurrieron, y llego la semana santa, la mañana del viernes santo, mi amiga Carmen, residente de la Urb. Santa Cruz, me llamó por teléfono para decirme que la anciana Ana, nos había invitado a tomar el té a las 5 pm, ante lo cual decidí aceptar.

Una vez en la residencia de Ana, y de algunas conversaciones genéricas sobre esa fecha en el distrito de Miraflores, Ana se colocó en medio de la sala para agradecer nuestra presencia y solicitar a la empleada, siempre con mucha educación, se sirva invitarnos una taza de té con algunas galletas.

Esta vez miré que la vajilla de la anciana era muy hermosa, totalmente decorada, al igual que una pequeña mesa tallada, colocada al lado del sillón, detalles que no observé durante mi primera visita.

Mientras la empleada dejaba los alimentos, la anciana Ana empezó a relatar que la había visitado el ciclista, y en medio de la conversación le confesó que había decidido divorciarse, luego de un aparente feliz matrimonio de más de 25 años.

La decisión de culminar con la relación en buenos términos le rondaba la cabeza desde hacía meses, pero aparentemente sin pronunciar sobre la verdadera decisión de esa decisión.

Perecía que tenia temor de relatarle a su cónyuge la razón, y por eso primero se lo comentó a la anciana, quien comenzó hablar sobre aquella.

Poema Decide

18.   Una dama alocada

Relató que aquella dama era una mujer divorciada de un primer matrimonio, el cual se produjo apenas culminó el colegio, a los 17 años, porque supuestamente estaba embarazada de un primo paterno.


El esposo de Ana y el padre de la mujer del ciclista, era compañeros de colegio, ambos miraflorinos, y entre las conversaciones familiares le había confesado que su hija le daba demasiados dolores de cabeza, por su voluble comportamiento.

Supuestamente ella nunca estaba tranquila, se le había conocido demasiados romances, la mayoría fugaces con casi todos los vecinos del barrio de la urbanización Aurora en Miraflores, inclusive con uno de los actuales amigos del ciclista.

El primer matrimonio de aquella dama fue muy rápido, pero el parecer perdió el bebé, porque a las pocas semanas de la boda, se iniciaron los trámites para la anulación, pero no prosperaron y debió divorciarse, aunque parece que nadie creyó lo del embarazo, parecía que era una apuesta entre sus compañeras del colegio para asegurar que “sería la primera en casarse”.

Nuevamente soltera, a los 19 años, insistió que deseaba estudiar psicología en los Estados Unidos, a pesar que en el colegio nunca había sido una buena alumna, sus padres aceptaron y la inscribieron en la Universidad.

19.   Fue a la universidad a buscar un marido

La señora viajó a Miami, y a los pocos días, llamó por teléfono a sus padres, para avisarles que se volvería a casar. Ella ni siquiera había iniciado clases y ya había convencido a otro hombre para casarse, al ciclista, un sujeto recién graduado de una Maestría en Artes, totalmente desconocido para ella, y algo tímido, según palabras del futuro suegro.


El padre estaba muy preocupado por esa decisión, pues ignoraba todo acerca del novio, hasta que ambos llegaron a Lima. Al conocerlo, se sintió más tranquilo, por ser un profesional, unos años mayor que ella, al que esperaba que su hija respete.

Para Ana, el ciclista se animó a casarse por la acaudalada situación económica del padre de la novia, dueño de muchos terrenos de cultivo en el distrito de Miraflores y de algunos que ya pertenecían al distrito de Surquillo (pues cruzaban la av. Tomas Marsano, que antes pertenecía a Miraflores), así como algunas empresas en la zona sur de la capital.

La recién casada insistió, en vivir en su casa paterna, y sobre todo en su misma habitación, porque estaba embarazada, lo que el ciclista aceptó, pero debido a sus constantes engreimientos, apenas nació la bebe, el ciclista decidió mudarse a un departamento ubicado a un par de cuadras, para evitar que continúe siendo caprichosa; con el deseo de formar un verdadero hogar, sin la presencia de los suegros.

Pero ello sirvió de poco, con la disculpa de atender a la niña, todos los días ella se iba al hogar paterno. Cuando el ciclista llegaba de trabajar, el departamento estaba vacío. A los pocos meses, la cónyuge volvió a salir en embarazada, y prácticamente se pasó los nueve meses viviendo en la casa paterna, actos que el ciclista aceptó.

Esos relatos me hacían formar una idea de quién era el ciclista, cuanto habría de cierto en la historia, y si era verdad que deseaba divorciarse, cuando se había casado por dinero.

Ana, reveló que la pareja regresó al hogar paterno a raíz que se enfermó la madre de ella, con la disculpa que debía “cuidarla”, a pesar del numeroso personal médico que la asistía, pero como el ciclista tenía una excelente relación con el suegro, lo aceptó, y por el cual, aparentemente mantenía el matrimonio.

El padre de la esposa falleció hace unos años, y parece que ello motivó que el ciclista se separara de ella, y se mudara a un departamento frente al mar, en el malecón miraflorino, muy cerca a la casa de la anciana, aunque aquella y sus hijas solían visitarlo. 

Ana también lo visitaba, porque el mismo la había llevado varias veces, o la visitaba para ver juntos el atardecer.


jueves, 6 de octubre de 2016

Un amigo celestino y un hermano abogado

Una conexión de amor

20.   El amigo Celestino
  
Transcurrieron las semanas y los encuentros ciclísticos prácticamente disminuyeron, quizá porque yo decidí modificar mi ruta, pedaleando hacia Barranco y Chorrillos, o hacia San Isidro, pero no me había percatado que uno de sus acompañantes, era también un corredor que solía hacerlo por aquellos distritos, el cual obviamente me vio por esos distritos.

Pareciera que las coincidencias eran cosa de todos los días. Yo pedaleaba por la pista de una escondida calle Miraflorina, y lo venia venir en sentido contrario. Yo estaba mirando las construcciones de la zona antigua del distrito, y aparecía por la misma calle: Pedaleaba por la pista del malecón, cosa que casi nunca hacía, y el ciclista se aparecía en sentido contrario.

Una mañana de mayo, yo estaba paseando por el distrito de Barranco, cuando descubrí al ciclista y a sus dos amigos acercándose en sentido contrario, murmurando sus repetitivas palabras de amor, pero con un elevado tono de su voz, quizá porque esa zona del malecón barranquino prácticamente está vacía, pero para mí el efecto ya no era el mismo, la distancia y el tiempo no son buenos compañeros del amor.

Por esos mismos días, el teléfono de mi casa empezó a timbrar, a cualquier hora del día, aunque el identificador de llamadas mostraba a un numero oculto o desconocido, al responder sólo escuchaba un rápido respiro al otro lado de la línea, manteniéndose durante varios segundos callado, ante ese silencio yo colgaba el teléfono.

Los meses transcurrieron, y en el mes de octubre del 2007, decidí que ya no tenía sentido verlo, además había conocido a un hombre muy interesante.

Yo ya había decidido alejarme del ciclista, luego de haber transcurrido un año sin asegurarme que vendría a mi vida, opté por practicar deporte durante las noches, hasta que una mañana alrededor de las 6:30 am lo vi pedalear por la pista de mi calle, haciéndolo muy despacio cuando estaba prácticamente sobre mi acera.




Fueron varias las veces que aparecía pedaleando, y hacia como que se le malograba su bicicleta justo a unos metros antes o después de mi hogar, y levantaba la vista, como si deseara verme aparecer por la ventana.

Todas las veces pedaleaba acompañado, con uno o sus dos amigos, e inclusive, una vez lo vi que se dio una vuelta en sentido contrario, y empezó a mirar hacia la ventana de mi dormitorio, yo estaba con la cortina cerrada, pero igual pude apreciar esa actitud.

Lo censurable de esta parte de la historia, es el actuar del amigo celestino, quien apañó durante múltiples ocasiones el actuar del ciclista, obviamente, es un ser en el cual no se podía confiar, porque no debió prestarse para que el ciclista traicione a la esposa.


Poema Decente


21.   Días antes de la navidad del 2007.

Mi amiga Carmen, la que vive en la Urb. Santa Cruz, me comunicó que la anciana nos había invitado para celebrar la navidad. Como en otras oportunidades, yo había rehusado en asistir, porque ya no tenía sentido escuchar a la dama hablar solamente sobre el ciclista, ante la insistencia de mi amiga Carmen, acepté.



Al llegar a la residencia de la anciana, me agradó verla muy bien arreglada, con hermosos adornos de cristal colgados en un árbol de color blanco de casi dos metros de altura, parecía que quien lo había arreglado, lo había hecho con mucho cariño, además la belleza de los adornos, junto a las luces de brillantes colores.

Luego de invitarnos una taza de chocolate caliente con un generoso pedazo de panetón, que según la anciana, fue confeccionado por ella misma, empezó relatando la receta, y no sé en qué momento recomenzó a hablar sobre su vida.

Me confesó que yo me parecía mucho a una de sus hijas, la que residía en Suiza, la cual eventualmente regresaba al Perú, cuando lo hacía era sólo para pasar la navidad, a diferencia de sus otros tres hijos, que siempre la visitaban, y que por ello exhortó que fuera a visitarla ese año, porque no vendría su hija.

22.   Un importante abogado

Pero en ese momento, el relato fue distinto, empezó a recordar que algunas semanas antes del nuevo milenio, recibió la visita del hermano del ciclista, un importante abogado y empresario de la ciudad de Lima, quien había decidió festejar el cambio de siglo, en Madrid.

Desde el año 1996, éste había instalado una empresa constructora en la ciudad española, la cual realizaba obras de infraestructura en la ciudad de Lima, volviéndose en poco tiempo muy productiva, con sus utilidades había adquirido una hacienda, en las afueras de Madrid, la cual producía vinos. También aprovechó aquella estancia para llevar desde Lima, a algunos de sus caballos de paso.




Para celebrar su buena fortuna, y el cambio de siglo, había decidido invitar a sus más queridos amigos, a los cuales les ofrecía inclusive el traslado en avión, así como el hospedaje durante una semana; entre sus invitados se encontraba un periodista de un importante programa radial; y por supuesto, a su hermano, el ciclista.

El mismo abogado había ido a visitar a la anciana, y como él había perdido a su madre hacía varios años, decidió que ella debía formar parte de esa celebración, asegurándose que sería su invitada de honor, pero ella  (Ana) le agradeció esa gentileza, y se excusó, porque justo ese año su hija, la que residía en Suiza, vendría a visitarla a Lima, con sus dos nietos.

Según la anciana, el abogado estaba lleno de proyectos, porque también había adquirido varios terrenos en las playas al sur de Lima, donde pensaba construir algunas urbanizaciones playeras, zona que se había revalorizado en unos pocos años.

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