Productos a la Venta Star Trek : dar click a Spock

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lunes, 26 de septiembre de 2016

La confesión del ciclista

Una conexión de amor

23.   Una extraña transacción

Aparentemente, en el año 2003, el abogado, había decidido “vender”, el 50% de todos sus bienes, inclusive los de España, porque alguien de la institución recaudadora de impuestos peruana, le había comunicado que estaban siendo investigado por un supuesto desbalance patrimonial, entre sus ingresos y su patrimonio, y que para evitar problemas lo mejor era buscar a un testaferro o “vender” al menos una parte de esos bienes.

Pero también existía otro problema, su relación matrimonial tenía muchas dificultades, parecía que ambos cónyuges se eran infieles, además existía el rumor, que al igual que su padre, el abogado también tenía otros hijos fuera del matrimonio, pero como eran con dos distintas damas casadas, los hechos habían sido disimulados con los apellidos de los maridos, aunque notorios, pues todos sus hijos estaban laborando en las empresas del abogado, y la esposa lo sabía perfectamente, por el nivel de confianza de aquellos jóvenes ante el abogado.


Como el abogado desea evitar la fragmentación de su patrimonio, y no quería realizar alguna repartición de bienes entre todos sus hijos, parece que ideó algo para lograr que su esposa firmara algunos documentos de compra-venta, y trasladar la mitad de esos bienes al ciclista, el cual aparentemente pago al contado y en efectivo el monto equivalente a la mitad del patrimonio del abogado, lo cual sumaba varios millones de dólares.

En esos instantes, la anciana interrumpió su conversación, para responder a una llamada telefónica, la que resultó siendo la hija que vivía en Suiza, luego de un largo rato, regresó y nos pregunto si deseábamos más chocolate, a lo que yo le solicité que deseaba una tasa de manzanilla, ordenándole a la empleada que me lo sirviera.


24.   La Hija del abogado


Luego de ese intervalo, la anciana comentó que meses después de la transacción, la hija del abogado, que era ahijada de uno de sus hijos, y quien también solía visitarla, en especial el día de su cumpleaños, comenzó a pasar por su casa más a menudo, de seguro porque necesitaba información sobre el ciclista, quien era asiduo a la casa de Ana.

Fue en una de esas visitas que la hija del abogado, le realizó algunas preguntas sobre el ciclista; la anciana Ana se confundió ante ese interrogatorio, pero como todos sabían de su excelente relación, aceptó escucharla.

La hija del abogado, le comentó que se había enterado de aquella transacción, que era imposible  que el ciclista tuviera tal cantidad de dinero, para realizar dicho pago, porque ni siquiera la pequeña fábrica de su suegro, que el administraba con la cónyuge, podía financiarlo, porque todo el mundo sabía que esa fábrica estaba en pérdida desde hacía años, pero que la mantenían como pantalla, para demostrar los ingresos no justificables, que aparentemente también tenía el ciclista.

Asimismo, con el pretexto que había realizado ese pago en efectivo, no existían registros sobre el ingreso del capital, en ninguna de las cuentas del abogado, y sabía, por su madre, que no se había colocado nada en la caja fuerte de la casa.

Ella estaba segura que: la empresa constructora tanto de Lima como la de Madrid, la hacienda, la fábrica de vino también ubicada en Madrid, los terrenos y las casas de playa, y algunos inmuebles de la ciudad de Lima, valían mucho más que el dinero que alguna vez en su vida pudo acumular el ciclista, por ello, la hija del abogado supuso que era un regalo de su padre, con una sola condición: “que se mantenga todo el patrimonio, sobre todo por los hijos fuera del matrimonio de su padre”, pero lo que no entendía era por qué tenía que hacerlo sin que su madre lo supiera.

Toda esa historia, ya me estaba dando dolor de cabeza: bienes, regalos, traspasos, de ¡tanto dinero!, sin que la esposa se enterara, denotaba que ella no confiaba demasiado en su marido, y obviamente él tampoco, pero quizá había algo más, en la conversación de la anciana.

25.   La confesión del ciclista

Ana, evocó una visita que le acababa de hacer el ciclista, por las fiestas navideñas, y en medio de la conversación, éste le confesó que ni su cónyuge ni su hermano aceptaban su decisión de divorciarse, lo de la mujer no le afectaba, pero si la opinión de su hermano, quien le insistió que no podía divorciarse, ya que el divorcio haría disminuir en un 25% el patrimonio del abogado, que el 50% de lo “Vendido y Comprado”, por el ciclista, formaba parte de los gananciales conyugales.

Esa decisión, puso muy nervioso al ciclista, su felicidad no dependía de él, era su hermano el que le prohibía pensar en la palabra divorcio, por lo que debió acudir a un especialista en consejería familiar, para aceptar que debía preservar su matrimonio.

El abogado, acostumbrado a tener relaciones extra matrimoniales, le recomendó al ciclista que siendo discreto podría continuar con esa relación, que aquella dama lo aceptaría, y ya no habría necesidad de divorcio; a lo que el ciclista respondió, que él no admitiría nunca esa condición, por respeto a la dama de la cual se había enamorado.

La anciana realizó un comentario personal, que ella hasta ahora no comprendía, ¿como el abogado había convencido a su cónyuge, para firmar los documentos de “compra/venta”?; a lo que mi amiga Carmen respondió, que el marido de ella siempre insistía que las mujeres deben confiar en su pareja, que ellos sabían lo que hacían y no había necesidad de leer. Muchas veces ella había firmado documentos sin leer, y que quizás la cónyuge había firmado documentos en blanco.

A esos momentos, yo ya había escuchado suficiente, quizá fue el mismo ciclista el que le comentó a la anciana toda la historia, para que ella me la diga, porque no existía alguna otra razón para que ella me realizara todas esas confidencias, pero para mí eso ya era suficiente, por ello decidí despedirme y retirarme.



Poema Mendigos


18

viernes, 16 de septiembre de 2016

Extraña sensación en mis orejas o una conexión

Una conexión de amor

26.   Paseando por el distrito de Barranco

Como rutina de mi vida, y aprovechando el verano, salgo a practicar deporte desde las 5:30 de la mañana, siendo mi destino el distrito de Barranco, quizá era una forma de no verlo, y no escuchar aquellos murmullos esperanzadores, pero aun así, varias veces lo encontré en los malecones barranquinos, minutos antes de las 6 de la mañana.


Verlo antes de las 6 de la mañana en el distrito de Barranco, era sinónimo que estaba saliendo más temprano de su casa, aparentemente se había vuelto a mudar a su hogar de la urbanización Aurora, porque hacía varios meses que ya no veía ingresar a aquel vehículo con el No 14, al estacionamiento del edificio del malecón Cisneros, y mi amiga me había dicho que tampoco lo veía; por eso me intrigaba: 

¿cómo era posible que la mujer aceptara que su marido saliera tan temprano, para verse con otra mujer?,

lo cual contrariaría el supuesto de "los felices 25 años de matrimonio", que ella propagaba por calles y plazas, y él ocasionalmente también lo hacía.

Mientras en mi hogar, seguían las llamadas telefónicas, aun sin poder identificar el número, pero el estilo se modificó, ahora había al otro extremo de la línea una voz que decía “Te Amo”, “Espérame”, “Te Quiero”, hasta que algunos meses después de repente, se escuchaba “Cuídate”, “Discúlpame”, “Perdóname”.

En el mes de Septiembre del año 2008, yo adquirí un celular, el cual estaba aprendiendo a utilizar, mi número lo conocían muy pocas personas, entre ellos nuestro amigo común (Juan), por ello, no me llamó la atención que continuara recibiendo llamadas telefónicas al celular, con el número oculto, y que la respuesta después de una larga respiración y /o algún suspiro, le siguieran el silencio.


A finales del mismo mes, acudí con una amiga, a quien llamaré Clara, a una fábrica de productos femeninos. Ella requería un presupuesto para una importante cantidad de determinados artículos. 

En dicho local, nos atendió un señor de alrededor 35 años, me dijo que era ciclista, y que acostumbraba verme pedalear por los malecones miraflorinos durante las madrugadas; yo acostumbraba a saludar a todos los ciclistas, quienes normalmente pedalean con casco, casacas y lentes, por ello es prácticamente imposible reconocerlos en la vía pública, mientras que yo manejo sólo con una casaca.

El mencionado caballero insistió en conocerme, y  me dijo que solía pedalear con su tío:”el ciclista”, lo cual me tomó de sorpresa, y simplemente me quedé callada.

Luego de escuchar el pedido de mi amiga, se retiró y a los pocos segundos, volvió a sonar mi celular, igual con el número oculto, pero esta vez escuché una vez que me dijo “hola, se dónde estás”, ello me confundió, porque en realidad me parecía un poco peligroso ese tipo de llamadas, optando desde esa fecha, ignorar aquellas sin identificación.

Poema Conexión

27.   Una extraña sensación en mis orejas o una conexión de amor.

Por alguna razón, desde el mes de abril del año 2009, empezó una extraña conexión en los pallares de mis orejas, en el momento más inesperado, sentía como si estas, estuvieran siendo aplastadas, sintiendo un intenso dolor, como cuando presiona demasiado un arete, pero el dolor parecía que era interno, por eso lo consideré extraño, aún más porque nunca utilizo aretes.


Durante todo el año 2009, fueron esporádicos los encuentros con el ciclista, debido a que opté por practicar básquet en las canchas del estadio Bonilla, por la naturaleza del deporte, y la ubicación del lugar, no era posible saber si transitaba cerca.

También solía practicar gimnasia en la parte inferior de los parques Rabin o Reiche, y justo era en esos momentos cuando sentía la presión, porque parecía que eran los instantes en que transitaba el ciclista y no me veía.

Hacia el mes de septiembre del año 2010, una amiga en común, me invitó a participar en un equipo de trabajo, yo ignoraba que el ciclista formaría parte de ese equipo, hasta que lo descubrí.

Apenas el ciclista notó mi presencia, traté de saludarlo sólo con una venia, pero él decidió que podía acercarse, tomarme del hombro, abrazarme y besarme en la mejilla, y así continuó en cada oportunidad que coincidíamos, yo optaba por mantener mis brazos al lado de mi cuerpo, o le estiraba mi mano, pero igual él continuaba abrazándome.

En uno de esos encuentros, en el cual no había alguien cerca, aproveché para preguntarle ¿por qué actuaba así?, el ciclista se mantuvo callado, por ello volví a preguntar ¿cuáles son tus intensiones?, a lo que él se acercó a mi oído y me respondió  “tengo una vida que no puedo dejar, pero te amo”.

Ante esa respuesta, comprendí que el ciclista vivía preso, que estaba condenado a cadena perpetua, que eran ciertas todas esas historias que me comentó la anciana, inspirándome otro hermoso poema titulado “Broma”.


Poema Broma

En mi mente regresaron todos los momentos en que se acercaba a abrazarme, recordando que en algunos era un poco brusco, como si lo hiciera apurado para que nadie se diera cuenta, además como si deseara sentir mi aroma e impregnarlo en su mente, tomando mi hombro y/o espalda de una manera muy rápida, con el fin de abrazarme, cuando en todo ese tiempo nunca lo había visto abrazar a su consorte, a lo mucho aceptaba mantener su mano, cuando era ella la que lo tomaba, pero a los segundos el optaba por retirarla y meter sus manos en cualquiera de sus bolsillos.

También recordé que en una oportunidad, la anciana me había comentado que el ciclista, no soportaba la actitud empalagosa de ella, quien insistía en tocarlo y abrazarlo, especialmente en público, lo cual, para la anciana, era un reflejo que en su hogar no había intimidad, no es normal para una pareja que está casada durante tantos años, que se estén rozando y besando en medio de la gente, eso estaba bien para los adolescentes.

Aquella tarde, fue la última vez que le permití que me tocara el hombro, todas las otras veces que lo encontré, le estiraba mi mano, para estrechar la suya, pero él optaba por acariciarla con su mano izquierda, manteniéndola más tiempo que el normal, hasta que decidí cruzar mis brazos, y sólo inclinar mi cabeza, lo que parece, él aceptó.

martes, 6 de septiembre de 2016

Codicia en vez de amor

Una conexión de amor

28.   La visita a la prima.

A principios del año 2012, una dama a la que nombraré Roxana, que había conocido hacía algunos meses, insistió en que la visite en su casa, porque necesitaba hablar conmigo. Luego de muchas invitaciones, acepté, su departamento está ubicado en el distrito de Miraflores, frente a un hermoso parque, por lo cual era muy grato sentir la brisa del lugar.

Ella realizó una breve presentación sobre su vida profesional, y empezó el siguiente relato.

Me dijo que era prima de segundo grado del abogado (no me nombró al ciclista), que sus abuelos eran hermanos, y que era  amiga de la esposa del abogado. Ambas habían sido compañeras de estudio. Recordó que en uno de sus cumpleaños, ella se la presentó al abogado, y le agradó saber que algunos años después ambos decidieran comprometerse y contraer matrimonio.

Luego me comentó, que en el año 2008, en una reunión familiar en la casa del abogado, departió muy alegremente con su primo (el abogado), la esposa, e hijos, la mayoría casados, así como los nietos.

Durante la sobremesa, el abogado invitó al bar a beber un vino muy fino, de su hacienda de España, y empezó a hablar sobre sus proyectos, y continuó hablando sobre los negocios de su hermano, el ciclista. 

Comenzó a evocar que era un exitoso empresario, que la fábrica que administraba se encontraba en un muy buen momento, y la marca estaba muy bien posicionada, lo cual lo había logrado gracias a la cooperación de su esposa, la real dueña de ese negocio, heredada de su padre, diálogo totalmente distinto al que la hija del abogado le dijo a la anciana Ana, aparentemente ese negocio estaba en quiebra, que funcionaba sólo para justificar el dinero de la pareja.

Esta, había decidido en hacer socio y administrador general de esa empresa a su marido (el ciclista), lo cual había fortalecido en el matrimonio, y que por esa razón estaba seguro que esa pareja nunca se divorciaría, porque lo unían muchos intereses económicos.

La conversación en la casa de Roxana, continúo de un solo lado, ella no más hablaba, prácticamente sin respirar:

Roxana comentó, que, según el abogado, la mujer del ciclista había modificado su comportamiento, desde la amenaza de divorcio, estaba menos empalagosa, dándole un poco de espacio a su marido, parecía que ya se había resignado a que él se hubiera enamorado de otra mujer, pero que felizmente esa relación había concluido, porque gracias a su intervención, ese matrimonio sería para siempre.




La dueña de la casa, Roxana, continuaba hablando, asegurando que el abogado insistía que aquella mujer, había sabido conquistar a su hermano, con poemas y sabe qué otros actos, hasta el punto de querer divorciarse.

Las palabras de la dueña de casa, evocaban las del abogado, quien aseguraba estar apenado por la situación de su hermano (el ciclista), éste le había confesado que se había enamorado de aquella muer, que estaba seguro que la amaba; pero el abogado, por todos los medios, trataba de convencerlo que quizá ella estaba pendiente del ciclista por su dinero, que su infidelidad se podía pasar por alto, pero que felizmente esa mujer ya no estaba obsesionada, pues aparentemente se había cansado de buscarlo y acosarlo.

La anfitriona (Roxana), mencionó que hasta esos momentos, ella no sabía a quién se referían cuando nombraban a aquella mujer, se imaginaba una mujer joven, quizá rubia, y algo despampanante, hasta que culminó la conversación en casa del abogado.

Roxana le solicitó al hijo del abogado, que tenga la gentileza de transportarla hacia su casa, en el trayecto, el hijo y la esposa del hijo, continuaron conversando sobre aquella mujer, le dijeron que era una dama mayor, que escribía poesía, que acostumbraba pedalear por los malecones miraflorinos muy temprano, y que se llamaba Fátima.

Cabe recordar, que esa conversación se dio en el año 2008, y la anfitriona (Roxana), me conoció a finales del año 2010, en su entorno no existía alguna mujer con esas características, lo que la motivó que insistiera en conversar conmigo, cuando se enteró que mi nombre, características de edad y que escribía poesía, coincidían con aquella mujer (de la que el ciclista se había enamorado).

Como yo estaba en su casa, totalmente ajena para mí, ya que era la primera vez que la visitaba, opté por quedarme callada, aunque debo confesar que varias lágrimas brotaron de mis ojos, ante la impotencia de no poder expresar mi verdad ante una persona a la cual no conocía.


La anfitriona insistía en decir, que le era muy difícil creer que el ciclista hubiera sido infiel, él era un hombre tan serio, que nunca se le había conocido nada raro, al contrario, siempre junto a su esposa, y con notorias expresiones de afecto, como para pensar que tuviera una amante. 

Y lo más grave fue saber que el ciclista había confesado que amaba a esa mujer, que deseaba divorciarse para casarse con ella, y que él sabía que era una mujer decente, por ello le había solicitado que lo espere.

Ante esas expresiones, decidí que era el momento de darme valor, y en medio de sus repeticiones, rompí mi silencio y le dije “dice que me amó, si me hubiera amado estaría conmigo”.

No sabía si decirle que quien empezó en los galanteos fue él, me confundía escuchar la seguridad con la que su familia pensaba que yo lo había buscado y acosado, pero lo mejor era tratar de llevar la conversación a otro tema, para encontrar el momento ideal y salir de esa casa.

Miré mi reloj, le dije que era muy tarde y que debía irme, que posiblemente en otra oportunidad podrías retomar aquella extraña conversación.


29.   Los destinos de la Vida



Las circunstancias económicas impidieron que el ciclista se divorcie, puede haber sido la intransigencia de la melosa cónyuge o por el patrimonio del hermano, quien no deseaba perder el 25% de sus bienes.

Pero lo curioso del destino, es que unos meses después de aquella reunión en su casa, donde el abogado aseguraba que en su familia nadie se divorciaría, el abogado perdió todo su patrimonio, aquel 50% de los bienes que tenía a su nombre, pasaron a otras manos, porque el abogado se murió.

Los juicios de apropiación ilícita entre la viuda del abogado y el ciclista, fueron múltiples, aparentemente la viuda no aceptaba haber firmado algún documento de compra/venta de los bienes conyugales, pero ese es otro tema.


Poema Sonriente

30.   Las ironías de la vida, hace que la codicia prevalezca ante el amor.

Desde el año 2012, a la fecha, casi no veo al ciclista, cuando me lo encuentro, y noto que desea acercarse, yo opto por alejarme, y responder su saludo con una mirada, porque no deseo que me toque, aunque mantiene su clásica sonrisa, que en momentos parece ser reflejo de sus nervios y de su engaño.

Pero hay algo que valoro de ese extraño amor, su presencia ausente, me inspiro decenas de poemas.


Y aquí culmina esta extraña historia de amor, con algunos versos del poema “Octubre”, escrito en el año 2007, cuando aun existía alguna ilusión, al predecir.

“dejaremos que la vida decida, si se realiza o agoniza”,

y a pesar que creo que ese sentimiento ya se extinguió, aun no comprendo por qué después de haber transcurrido tantos años, aun continua en la presión en mis pallares de mis orejas, lo que me hace pensar que aun existe la Conexión de Amor”,


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