Esta
es una historia real cuyos protagonistas no serán identificados, pero todo el
relato lo haré en primera persona.
Durante
la narración, quizá algunos de los protagonistas puedan ser reconocidos, pero
como no incluyo nombres, ninguno podrá reclamar por ser parte de estos escritos.
1. Un vecino miraflorino en el año 2005
A
principios del año 2005, y por razones de seguridad, la comuna miraflorina
había repartido, junto con la cartilla de pago de arbitrios, una calcomanía con
el número de la zona a la cual correspondía el predio. La zona donde resido es
la número 3.
En
ese año, en la cuadra 11 de la calle José Gálvez, a la altura del malecón
Cisneros, residía una amiga, a quien nombraré Claudia, a la cual yo acostumbraba
visitar durante las tardes de verano.
Debido
al calor del verano, solíamos conversar en el jardín exterior, el cual tenía un
pequeño muro de casi un metro de alto, adornado con muchas plantas, pero a
pesar de ellas, se podía mirar a los pocos que transitan por esa solitaria
calle.
Una
noche, alrededor de las 9 de la noche, llamó mi atención ver ingresar a la
playa de estacionamiento, ubicada justo al frente de la casa de mi amiga
Claudia, a una camioneta de color negra, usando una calcomanía con el número
14, la que corresponde a la zona de la urbanización Aurora, en Miraflores, cuyo
conductor nos saludó con mucha amabilidad.
Dicho
estacionamiento, forma parte de la zona de ingreso del edificio ubicado en el
malecón Cisneros, justo al frente del otrora centro Promotor del Terrazas.
No
era la primera vez que veía a dicho vehículo, fue la primera vez que hablamos
del tema con mi amiga Claudia, quien me dijo que, ella solía ver al conductor y
al vehículo casi todos los días, a la hora en que ella sacaba la basura, minutos
antes de iniciar su novela favorita; pero que también lo veía por las mañanas,
alrededor de las 7.20 a.m., hora que llegaba la movilidad escolar de su hija,
pero se percató que a veces el que manejaba era otra persona, quizá un amigo o
un chofer.
Claudia,
me comentó que conocía al sujeto, porque era compañero de estudios de su
hermano, ambos se habían graduado en la Universidad de Ingeniería, en la
carrera de Ingeniería Económica, y curiosamente vivían muy cerca uno al otro,
en la urbanización Aurora en Miraflores, por ello le llamaba la atención verlo
ingresar desde hacía bastante tiempo, y salir siempre solo, desde dicho
estacionamiento; ella sabía que el hombre era casado.
Claudia
me comentó, que algunas veces lo había visto en el hogar de su hermano, quien
acostumbraba reunir a sus amigos de la universidad, para entretenerse con
juegos de mesa, como el dominó.
2. Una
presencia en mi camino
Fue
a partir del mes de mayo del año 2005, que, por diversas razones yo debía
recurrir a una entidad pública donde la coincidencia hacia encontrarme con aquel
vecino, a quien a partir de ahora llamaré el sujeto.
Yo
nunca había reparado en su existencia, fue la calcomanía número 14 y su
repentino saludo, los que llamaron mi atención, y como le dije alguna vez a mi
amiga Claudia, “para mí era un poste más”, pero fue a raíz de esa situación, en
que empecé a notar un extraño comportamiento del sujeto hacia mí.
En
el otoño del año 2005, comencé a verlo caminar por los malecones miraflorinos,
lugares por donde yo acostumbro pasear, al principio pensé que, quizá como era
nuevo en la zona, le agradaba disfrutar del paisaje, hasta que empezamos a
coincidir los domingos a las 11 de la mañana, en el parque Rabin, a la altura
del gimnasio.
Mientras
yo realizaba mis ejercicios en las barras metálicas, del único gimnasio en todo
el distrito de Miraflores que está ubicado sobre tierra (aunque últimamente le
han colocado pequeñas piedritas), empecé a notar que el sujeto hacía gestos
raros y me miraba, pues de improviso empezó a saludarme, con una amplia
sonrisa.
Ese
comportamiento en la vía pública se repitió en diversos momentos también en
locales cerrados, donde coincidimos, pero ello era más notorio, pues mientras
yo ingresaba al salón de algún local, el empezaba a alejarse del grupo donde se
encontraba y/o del lugar donde estaba parado, para acercarse a saludarme; yo
optaba por extenderle la mano, la cual es mi manera de saludar a las personas
que no son mis familiares ni amigos.
En
una celebración navideña, nuevamente coincidimos, quizá por tener algunos
amigos comunes, cuando de pronto se acercó al grupo en el cual estaba el
anfitrión, quien era el dueño de la casa, saludándome disimuladamente con una
venia, pero rápidamente me extendió la mano, quedándose a mi lado por un largo
rato, pero sin cruzar palabra.
Mientras
otros miembros del grupo estaban hablando sobre temas genéricos, el giraba su
rostro hacia mí constantemente, actos que ignoré, pero que me confundía. Para
romper el silencio, le realicé un comentario sobre uno de los cuadros ubicados
en una de las paredes del salón, respondiéndome con una sonrisa que ya los
había visto, luego de lo cual, y de manera disimulada, me alejé, como para ver
de cerca al cuadro.
Poema Visiones
3. Verano
del 2006.
Un primer hecho del cual el sujeto fue protagonista, se presentó los primeros días del mes de enero del 2006, una noche en la que yo estaba realizando una exposición colectiva de algunos de mis obras de Arte Óptico, en una galería miraflorina.
En
medio de la exhibición, el sujeto se acercó a felicitarme y a preguntarme sobre
la técnica utilizada en mis obras, yo le mencioné que era un homenaje a las Matemáticas
y a la Geometría, que el trazado de las líneas sobre el plano cartesiano, me
era muy útil para realizar cada dibujo.
Luego de escucharme, realizó diversos comentarios sobre la variedad de las figuras geométricas que se observaban en una y otra pintura, cuando se le observa desde distintos lugares y distancias.
Luego de escucharme, realizó diversos comentarios sobre la variedad de las figuras geométricas que se observaban en una y otra pintura, cuando se le observa desde distintos lugares y distancias.
Al
preguntarme si había estudiado Arte, le comenté que los libros fueron mis
profesores, que yo había estudiado Economía, y que la pintura era uno de mis
pasatiempos.
Fue
en ese instante en que un amigo común, a quien nombraré Juan, ingresó a la Sala
de Exposiciones, y ante su presencia, el sujeto se dirigió a él, y le dijo en
voz alta “Es Economista”, lo cual me
llevó a pensar que ambos ya habían conversado sobre mí, ambos se saludaron con
un apretón de manos, en momentos en que otro de mis invitados se acercaba a
saludarme.